viernes, 20 de febrero de 2015

Pánico

A veces entra el pánico de golpe: Personal de cabina que está más que harto de volar, de repente siente miedo y no vuelve a subirse a un avión; alpinista que un día se hace una pregunta que no se había hecho hasta entonces ("¿y si me caigo?"), y deja de trepar por la montaña; conductor experimentado que de golpe dice que no coge más el coche; caminante inveterado que súbitamente teme que le salga al paso un perro... Pánico. Pánico incomprensible.

El Grito, Edvard Munch

O un arquitecto que un día recibe un burofax.


Y detrás del burofax viene la citación del juzgado. (A veces viene directamente la citación del juzgado).
Las causas pueden ser muy variadas. Por ejemplo (todas ciertas, casos ciertos conocidos por mí):
- La casa que se terminó hace seis años tiene un descuadre del 2% (1,146º) que los dueños no habían apreciado hasta ahora. Piden doscientos mil euros para tirarla y volverla a hacer, porque alegan que la vivienda es inhabitable por inamueblable. (Las fotos de los informes periciales muestran que está perfectamente amueblada). Los doscientos mil euros se acaban quedando en ciento sesenta mil, que los propietarios se guardan en el bolsillo, y siguen viviendo en su horrible casa descuadrada.
- La solera de una gigantesca nave está destrozada. Hay humedades y grietas por todas partes. Aunque en proyecto tenía armadura y encachado, en la obra se hizo en masa y directamente sobre la tierra. Al arquitecto le encargaron sólo el proyecto, sin dirección de obra, y le piden ahora más de un millón de euros. (Este arquitecto fue finalmente absuelto al segundo recurso, pero por un motivo que no tiene nada que ver con esto: por cuestiones de forma y de procedimiento que se me escapan; pero nunca se estableció, para su satisfacción moral, que él no era responsable en absoluto de aquel desastre).
- El vaso de una piscina pierde agua por una fisura. El perito aprovecha y valora de paso hasta una nueva depuradora (desinstalar la actual, tirarla, comprar una nueva e instalarla), con sus filtros, válvulas y todo. Ah, y hacer un acerado para el chalet, que no estaba en proyecto. Y pavimentar el acceso de vehículos por la parcela. Y más cosas. Así que para arreglar el vaso le piden como cinco veces lo que costó.
- Una zapata cede unos centímetros, provocando la ruina de una vivienda. Bajo el terreno hay unas oquedades que el estudio geotécnico no detectó. El perito judicial dice (con razón) que la solución adoptada para la cimentación es errónea (es la que recomendaba el estudio geotécnico), y que había que haber proyectado pilotes. La empresa del geotécnico se va de rositas. Lo paga todo el arquitecto.


- Una señora tiene en la terraza un feo pegote de mortero y, en general, bastantes remates muy toscos. Aporta un parte de atención psiquiátrica de urgencia por ataque de ansiedad. Pide cien mil euros para arreglar los desperfectos de la casa y doscientos cincuenta mil como indemnización por los daños psicológicos. Los únicos que pueden pagar esto son el arquitecto y el aparejador, porque el constructor y el promotor son insolventes. (El paupérrimo promotor acude al juzgado con su Mercedes Clase E, mientras que el arquitecto ha ido en metro).
- En una vivienda hay muchas moscas. Demasiadas. Muchas más de lo normal.



Ante cualquiera de estos casos se desencadena la locura. El adjetivo "kafkiano" se usa a menudo muy alegremente, pero aquí es exacto.
Los abogados (el del arquitecto, el del aparejador, el del constructor, el del promotor, el del demandante...) se encargan de enturbiarlo todo de tal manera que nadie entiende lo que realmente pasa. Hacen preguntas que desvían la atención de todos los presentes. Lo confunden todo y confunden a todos. El juez sólo piensa en que tiene demasiados juicios esperando y que no da abasto. Ni se entera de nada ni le interesa nada, y es incapaz de prestar atención a las cosas más sencillas, que, por otra parte, dejan de serlo porque tampoco interesa aclararlas. Sólo interesa que haya barullo; mucho barullo.
(Incluso he visto a bastantes jueces que dicen sarcásticamente, poniendo carita de asco y de infinito hastío, que no les hablen de grados sexagesimales o de hipotenusas, o de perpendiculares, porque no tienen formación técnica. Respetadísimos Justice Men: Son conceptos de educación primaria y se los está explicando el perito de una manera muy gráfica y con una infinita paciencia, como de Barrio Sésamo. Hagan el puñetero favor de intentar entenderlos).


Al final sale una sentencia que, casi siempre, condena (solo o acompañado) al arquitecto.
Muchos lo asumen con madurez: Son gajes del oficio. Las cosas son así y no sirve de nada desesperarse. Tenemos un buen seguro precisamente para eso.
(A esto hay que decir que para la mayoría de casos sencillos el seguro cubre estupendamente, pero a veces los despropósitos son tan enormes, y además han sido tan engordados, que la cobertura del seguro no alcanza y el arquitecto debe responder con su patrimonio personal, y a su muerte siguen respondiendo sus hijos).


Con todo y con eso, la mayoría de los arquitectos son gente fuerte, madura y equilibrada. Algunos incluso se pasan con un exceso de confianza en sí mismos, y hasta un punto de suficiencia y chulería que, no entiendo por qué, es un sambenito que arrastramos todos los demás sin merecerlo en absoluto.
Pero otros se lo toman como algo personal, se asustan, se sienten culpables, sienten que su obra ha fallado por algo que debieron haber previsto y adivinado y no lo hicieron. Sí, se creen que deberían haber intuido que bajo aquella zapata había una cueva. O se arrepienten de haber dado aquel "oquei" que no debieron dar. Quién sabe. Y se pasan noches sin dormir, dando vueltas en la cama rememorando aquella obra, viendo una y otra vez la película de todos sus errores (que, aunque no hayan tenido, a estas alturas ya creen que fueron bastantes y bastante graves).


Y viven en el pánico. Y no quieren volver a hacer un voladizo nunca más, ni un vano de más de tres metros, ni una cubierta plana, ni unos ventanales grandes, ni, ni, ni. Y tiemblan tanto cuando el cartero les trae un certificado que se alegran cuando ven que sólo es una multa.
A todos ellos les dedico esta entrada. Un fuerte abrazo, y mucha suerte y mucho ánimo.


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6 comentarios:

  1. Cuanta razón hay en tus sabias palabras. No merece la pena hacer absolutamente nada. Siempre te buscarán las cosquillas aunque no tengas la más mínima culpa de algún que otro desaguisado. Sl2

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  2. Creo que en estos temas nunca se recalca lo suficiente que los que hacen esos informes periciales que acompañan las "denuncias" son, casi siempre, otros "compañeros" arquitectos.
    No se trata de defender ningún corporativismo ridículo al modo de los partidos políticos o (según dicen las leyendas, no sé si ciertas o no) el colectivo médico; pero sí que habría que atajar de manera rotunda prácticas entre supuestos compañeros que atentan contra la más mínima decencia (y eso sin entrar en deontologías profesionales). Entre arquitectos parece que no hay ningún pudor en sacarse hasta los ojos. Si alguien pide un informe por una fisura en una pared, es muy posible que el perito arquitecto que lo haga hable de la fisura, de la gotera en cubierta , de la pintura del garaje y hasta del edificio de enfrente si le dejan, por más que no tengan absolutamente nada que ver con la fisura, de la cual, las más de las veces, se dan unas causas ridículas y erróneas (muchos de los que redactan informes no tienen NI PUTA IDEA DE LO QUE DICEN, y hay que decirlo bien claro). Es la táctica de la mierda y el ventilador, muy conocida en el mundo de la política.
    El resultado no es un informa mejor, como muchos de los que los redactan se piensan, sino un documento que es pura basura, y que además tiene el añadido de destilar veneno y mala leche.

    Dado el estado de la "profesión", es incomprensible que se culpe al arquitecto en casi todos los casos. Corrijo, sería incomprensible si no fuera por la casualidad de que es el único al que echar el guante, con razón o sin ella, ya que está en un desamparo total y además tiene la obligación legal de tener un seguro. A las constructoras y demás agentes se les permite moverse en la total impunidad (se disuelven, desaparecen en la nada), al arquitecto, no.
    Y el colectivo arquitectónico, en vez de cambiar esta situación, disfruta con ella, en un ejercicio que sólo se puede calificar de sadomasoquismo vicioso.
    Ante este panorama, ¿qué postura adoptan los Colegios profesionales? Pues la de dejar hacer. En fin, que a estas alturas nadie va a descubrir que los Colegios profesionales no sirven para nada.

    Sería interesante investigar el motivo por el que se produce esta situación de desprecio y hostilidad manifiesta entre arquitectos. Creo que una de las raíces más importantes estaría en el origen de su educación como tales, ya desde las mismas Escuelas, con un fuerte componente de individualismo, competitividad exacerbada, crítica demoledora y desprecio manifiesto al trabajo del compañero, y, por qué no decirlo, unas fuertes dosis de divismo y "genialidad".

    Así no se va a ninguna parte. Claro que, como dice el refrán, muerto el perro, se acabó la rabia. Como ya no hay trabajo para arquitectos, y como el cambio de modelo que nos han impuesto va a significar en el futuro que las obras las harán grandes consulting ingenieriles que darán un servicio integral, pues todos estos asuntos de las luchas intestinas entre arquitectos quedarán como meras anécdotas.

    Ni los abogados se atacan con la saña con que lo hacen dos arquitectos...¡y son profesionales de la disputa!

    Hay mucho sobre lo que reflexionar...

    Fantástica entrada, Jose ramón.

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    Respuestas
    1. Según leia estaba pensando lo mismo, los informes los hacen compañeros con mas o menos idea que uno.
      Ante una discrepancia en una valoración de 10 a 1, me pregunta el juez por que esa diferencia y no tuve valor para decir lo que pensaba uno era un jeta.

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    2. He visto a supuestos "compañeros" mentir en un informe y también delante del juez en un pleito contra otro compañero arquitecto al que quería emplumar un promotor desalmado con la connivencia de supuestos compañeros. Da asco!!! Solo les deseo que se vean en las mismas. Magnífico artículo y reflexión.

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  3. ¡Joé, cómo está el patio! Cada día lo tengo más claro: la especie humana es la única no evolucionada. O que ha evolucionado al revés.

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  4. Sin palabras.
    Bueno, sí... Chapeau por esas fantásticas ilustraciones !!!
    Un fuerte abrazo

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